El renacido (The Revenant, Alejandro González Iñárritu, 2015)
Wéstern de las nieves con una venganza de fondo. En el pasado el protagonista vivió un idilio con una nativa, pero la crueldad colonizadora destruyó el paraíso. Un malo muy malo comete el pecado de Caín (mata a su “hermano” en el monte, lo deja tirado y se hace el loco), por envidia y ambición, pero recibe al final su merecido. Esto es más o menos lo que cuenta El renacido. Puede que haya ideas muy vagas acerca de la ambición que destruye la naturaleza, sobre el racismo y no sé qué más. Todo dentro de lo vulgar. De lo que se comenta en todas partes.
Cuál es pues la gracia de la película. Se dice que es un poema visual. La fotografía virtuosa, los paisajes, el vestuario, el maquillaje y los efectos crean una especie de oda, o de balada, o algún otro género poético. Además, se agrega a la película propiamente dicha, el relato de las dificultades del rodaje. Así que cuando vemos una escena debemos recordar el reto imposible que constituyó la realización que nosotros disfrutamos con comodidad. De esta manera la obra cobraría importancia como prueba del coraje sobrehumano de los realizadores y su equipo. Esta gente se sacrificó por el arte, por la poesía de unas imágenes únicas.
Pero por qué persiste la idea tan falsa según la cual la poesía es una especie de condimento que se agrega a cualquier caldo para hacerlo gustoso. En el caso del cine, a un guion y unos personajes poco trabajados se les superpondrían unas tomas largas y cuidadas, con ángulos y movimientos imposibles, y mucho claroscuro, que harían crecer la torta fílmica como la levadura. Sin embargo, la obra de Buster Keaton, que se compone de caídas y patadas, es una de las más característicamente poéticas de la historia del cine, aunque no tenga planos secuencia interminables ni música de tonos patéticos. La verdad es que también hay malos poetas, como los que describe el poeta León de Greiff :
los que gimen patética romanza;
lacrimosos que exhiben su película;
versistas de salón y contradanza;
cantores de “la tórrida canícula”;
“del polo frío”, del “canoso invierno” . . .
¡líricos de alma exánime y ridícula! (Señora Muerte)
En El renacido también se canta al “polo frio” y al “canoso invierno”. Se canta con la cámara, de manera pomposa pero “exánime y ridícula”. En otro texto dice el mismo autor:
“Tampoco habría de ser el País –todo él- un campo, una pradera; un sitio agreste –paisaje de Salvator Rosa-, ni un sitio plácido, con sus arbolados, sus setos, arroyuelos, platabandas, Términos y cascatelas:
Robó el prestigio a todello, lo de las bucólicas y pastorales aventuras y aburridoras, como lo de las manoseadas aventuras de bandidos y emboscadas, mandobles y trabucazos.” (Prosas de Gaspar)
También hay “sitios agrestes”, bucolismo (en el pasado), y sobre todo “aventuras de bandidos y emboscadas, mandobles y trabucazos”. La pelea final entre el héroe y el villano es la última de las convencionales escenas de acción, aunque brillantemente filmadas.
Aparte del rollo de vaqueros e indios, lo demás es paisaje pintado con los colores de la mala literatura.
¡me gusto!
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Muchas Gracias. Recibo consejos sobre como gestionar esta cosa…
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