Cielo amarillo (Yellow Sky, William Wellman, 1948)
En esta sencilla película de algo más de hora y media se pueden ver todos los elementos del género western. Sin duda hay producciones mejores, como las contemporáneas Rio Rojo (Red River, Howard Hawks, 1948) y Pasión de los fuertes (My Darling Clementine, John Ford, 1946), pero en estas obras hay muchas cosas raras, que son precisamente las que las hacen tan especiales y superiores al resto, y las alejan del modelo estándar del género, que es precisamente lo que representa Cielo amarillo.
A nivel temático, tenemos el asunto del enfrentamiento del hombre con la naturaleza, con los bandidos sedientos en el desierto; también el contraste entre la barbarie de los delincuentes y la civilización de la familia y la vida urbana. Curiosamente, la familia es una pareja de un viejo y su joven nieta, únicos residentes de un poblado minero abandonado. Se ve aquí un elemento formal recurrente en el género: el pueblo fantasma, aunque también, en otra locación, vemos el saloon, el banco y la calle polvorienta. Los bandidos son perseguidos por la caballería al comienzo, y más adelante temen un choque con los apaches, también a caballo, que beben y bailan como locos. Hasta pequeños detalles, como el borrachito hablador que se arrima a los forajidos para mendigar licor, personaje que con mayor o menor trascendencia se encuentra en muchos westerns. Otros personajes estereotípicos son el buen ladrón (Gregory Peck) y el mal ladrón (Richard Widmark). La dinámica entre ambos estereotipos aparece en infinidad de cintas. El malo es un extahúr arruinado, el otro es un veterano de la Guerra Civil. Tal guerra es asunto o fondo de multitud de películas.
Mucho más se podría decir, pero basta con mencionar que algunos criminales se redimen y dejan la mala vida. La redención es otro tema del drama de cowboys. En este caso, como en muchos otros, es el amor quien obra el milagro de la conversión del mal en bien; un amor un poco brusco y hasta abusivo, al comienzo, pero donde la fiera bárbara se termina amansando. El verdadero y decidido violador termina muerto, por fortuna.
Si alguien no ha visto nunca un western clásico, Cielo amarillo sería como una introducción general, que lo prepararía para obras más exuberantes. Porque se trata de una obra muy apegada a las normas narrativas y visuales de la época, como por ejemplo, su ritmo pausado y el poco uso de la música, increíble en una película de acción, si se mira desde la perspectiva actual.