I Love You, Daddy (Louis C. K., 2017)
Howard Hawks decía en una entrevista que a los críticos les gusta ver películas en las que si alguien pone la direccional a la derecha, efectivamente gira a la derecha. Creo que esta afirmación se podría extender al público en general. Por este motivo, la película de Louis C. K., I Love You, Daddy (sin título en español) no hubiera gozado de gran acogida aunque se hubiera estrenado y distribuido de manera normal. Las acusaciones de acoso sexual contra el director, guionista y protagonista de la película tienen relegada la cinta a los sótanos de internet quién sabe por cuánto tiempo. En todo caso, para el espectador que quiere coherencia forzada y simplezas sicológicas, tiene que saber que aquí nada es lo que parece. Constantemente los personajes se contradicen, sorprendiéndose entre ellos y sorprendiendo al espectador. La obra misma no es lo que aparenta ser al comienzo. Parece un homenaje a trabajos de Woody Allen en blanco y negro, como Manhattan (1979) o Memorias de un seductor (Stardust Memories, 1980), o incluso al mismo Fellini de Ocho y medio (Otto e mezzo, 1963), pero el juego de referencias cinéfilas pierde importancia para centrarse en la tragicomedia familiar de un padre y su hija. O quizás los homenajes y citas sean una pantalla para hablar de la realidad del presente, de conflictos intergeneracionales, feminismo, denuncias de abusos en la industria del espectáculo, la eterna frivolidad de la farándula y muchas cosas más. Tristemente, esta realidad sepultó la ficción fílmica. Es una lástima, porque sin ser una obra excepcional, es mucho más valiosa que la mayoría de lo que se puede ver hoy en día, sobre todo lo que viene del traumado y acomplejado Hollywood actual.